El teatro político brasileño ha sido un paraíso para la izquierda en los últimos años, pero parece que las elecciones de octubre podían cambiarle la suerte. La presidenta Dilma Rousseff ha tenido problemas de apoyo en el último año tras las protestas contra el Mundial y la subida en el precio del transporte público . Aún así lo mejor sería que saliera reelecta porque una victoria de la oposición podría ser un atraso en derechos que ha venido el pueblo ganando. La izquierda brasileña ha guisado en el gobierno desde 2003 en parte por bajar los niveles de pobreza y pelear con el desempleo.Pero, el pueblo está molesto por la corrupción en el gobierno y ha apuestos en dificultades al actual gobierno . La vuelta de la derecha a Brasil cogió fuerza cuando la ex aliada del oficialismo, Marina Silva, se proclamó candidata presidencial del PSB tras la muerte de Eduardo Campos en un accidente aéreo. Antes de su muerte la actual presidenta era una línea para arrasar en las urnas, pero Marina le puso turbo a las cosas y ya las encuestas le dan un empate técnico con la presidenta. En la política todo se vale y más cuando hay elecciones de por medio, así que Dilma tuvo que hablar con Lula para que la sacara los trapos sucios a su ex ministra. Lula que está loco por volver a la política no tardó en hacer un media tour por todo Brasil para cuidar sus habichuelas. Los aliados de la izquierda brasilera tiemblan cada vez que sale una encuesta, es que saben que su guiso puede acabarse, en especial para el gobierno inmaduro de Maduro .Mientras la izquierda se come las unas ,en Washington están culecos con Marina porque saben que ella es una aliada.
El debate electoral se mueve por la economía, pobreza y seguridad. A Marina le encanta cuando llega la economía, porque aquí puede jactarse y criticar el pobre trabajo del Gobierno en levantar las finanzas del país. Dilma está asustada porque sabe que Marina no es cualquier política, ella viene del barrio y sabe llegar al pueblo, esa conexión con los cariocas molesta a la socialista. Lo que no saben los brasileños es que los empresarios que están detrás de Marina no son muy amigos de los pobres como ella dice ser. Sin dejar pasar que los que están en el bullpen de la derecha son los mismos que gobernaron y dejaron en la pobreza a millones de brasileños. Viejos lobos con nuevas marionetas, una tradición política que en Brasil no es la excepción. La amenaza que preocupa es que de ganar Marina se eliminarían los programas sociales, algo de que el oficialismo hará arder la tiraera politiquera . Pobres izquierdistas tienen terror de perder Brasil, tal parece que Dilma tendrá que sacar su pasado guerrillero para sacar a la Marina que le acecha.