
Escándalo tras escándalo es la mejor descripción para la colorida contienda electoral por la presidencia del Perú. En vez de tratarse de un debate de ideas, el discurso es todo basado en quien tiene menos trapos sucios en su casa. Se encendió el fogón en Lima, las puertas del Machu Picchu quedan anonadadas ante el desfile de candidatos que buscan liderar la tierra de Atahualpa. El país laureado por el FMI en cuanto a crecimiento económico hoy busca algo de seriedad en los principales aspirantes que buscan suceder al presidente Ollanta Humala. A plena vista el escenario político peruano luce más por las aventuras y los escándalos dignos de telenovelas que rodean a los principales candidatos presidenciales. Desde una heredera política hasta un preso se extiende la novela tropical que se anda rodando en el Perú. En primer plano tenemos el alerta de heredera política en Keiko Fujimori, quién está al frente en las encuestas . Que tras perder en la pasada contienda ante Humala, hoy busca que el fujimorismo regrese al trono. Y cuidado que la muchacha está a punto de que el organismo electoral la descalifique por un asunto de poca moral.
Por otro lado tenemos a los reincidentes o mejor dicho ex presidentes con ganas de volver a poder. Porque como el guiso es tan sabroso siempre hay esa espina de volver. Un Alan García que promete más obras físicas que nunca y un Alejandro Toledo que según encuestas anda por detrás de un hombre preso como el candidato Gregorio Santos. ¡Ay virgen! Y eso que desde el 2014 anda en la cárcel. Ni te cuento que desde el presidio el hombre gobierna la provincia de Cajamarca. Y no me digan que no están pensando que este personaje cae como anillo al dedo para una de esas novelas del gran Gabo.
Y como no olvidar al señor Pedro Kuczynski, un ex ministro peruano y de ascendencia estadounidense que Alan García lo insulta por no saberse el himno nacional. Por la izquierda esta Verónica Mendoza, a quien ya le están buscando un escándalo. Para poco tenemos a Alfredo Barnechea, a quien no le importa tirarse dos o tres palabritas para agitar y encender la mecha.
A la verdad que parece un chiste político, pero no lo es. Entre tantas marañas y manchas, que salga una araña con corbata sería un acto pura normalidad.Uno se pregunta si es que la presidencia de un País es un show o es un asunto serio. Cuando hoy los latinoamericanos critican las aventuras políticas de Donald Trump. Es bueno preguntarse si los políticos de la región no son tan iguales o no en su manera de comportarse ante sus ciudadanos. Los peruanos tienen la difícil tarea de elegir a alguien de esos candidatos que tenga menos manchas, ya sea por una cuestión de moralidad, de nacionalismo o de puro patriotismo. Esto va sobrepasa el tradicional combate de izquierda o derecha. Se convierte en un debate entre la decencia y la impudicia.
Hoy Perú se enfrenta ante el reto de hacer que su crecimiento económico llegue a los de abajo. Con una tasa de pobreza que según cifras del Gobierno oscila entre 18 y 20 por ciento, es claro que hay una brecha por cerrar. En especial en el caso de los jóvenes peruanos sufren un 18 por ciento de desempleo.
Mucho festín, bayoya, rifirrafe y el espíritu del relajo no pueden hacerse de las primeras planas de un país con tanto potencial económico. Cuando América Latina se enfrenta a un momento clave, cada elección pasa de ser un asunto nacional a ser uno regional.
Es una mezcolanza entre los hombres del pasado y una cara nueva para resurgir el fujimorismo lo que definen a los principales candidatos. Hay un mar de escándalos para todos los gustos. La que un día fuera catalogada por Bolívar como la Roma de América ve en sus pretendientes al poder un carnaval político que endiosa al sol monetario y se olvida de los de abajo que día a día trabajan bajo el Sol dorado que ilumina al Perú.
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Que clase de bochorno para la tierra del Perú el hecho de que unos sinvergüenzas con cara fresca y con poca moral vengan a ser presidentes. Y no me vengan con el discursito de que si es la derecha o la izquierda. Bastante experimentos tenemos como la partida de charlatanes que quieren adueñarse dela dinero del pueblo.
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