
Solamente basta con caminar por 3 minutos y veras decenas de establecimientos cerrados, vandalizados o simplemente abiertos como una invitación a los amigos de lo ajeno. Llegar al Paseo de Diego, es como entrar en una zona desierta que pretende ser un casco urbano. De ser la emblemática ciudad universitaria de Puerto Rico ,Río Piedras se ha convertido en el fiel reflejo de la realidad económica del País.
Si quieres probar cuan demagogo y burocrático es el gobierno central, puedes escoger a la “ciudad universitaria” como evidencia innegable de las consecuencias que tienen el olvido y la inacción en una comunidad. Contrario a otros lugares, donde se regodean de promover por tal de venderles paquetes viajeros a los turistas. A la intemperie se quedan las comunidades de la zona, que al igual que los muchachos del G8 tienen que aguantar las promesas y soluciones mágicas de pretendientes al poder.
Sin caer en el discurso demagógico, es necesario comprender que hay un problema que trasciende las fronteras del Estado. Y es que en la población es cada día más palpable la percepción negativa que se tiene sobre el casco urbano de Río Piedras. Primero porque es muy fácil decir y abusar del discursito de la criminalidad o de la avaricia modista. Claro porque como no es igual comprar una pieza de ropa en las tiendas del caché, que hacerlo en los puestos locales que venden en el Paseo de Diego.

Hay que ver los proyectos de revitalización que cada cuatrienio va y vienen como si alguna ley iría a transformar su realidad. Para sacar a Rio Piedras del estancamiento económico se necesita que los mismos vecinos y vecinas de sus comunidades se unan y entiendan que la autogestión puede servir más que miles de leyes que no han logrado recobrarle la vida al Casco. No pretendo derogarle la responsabilidad del municipio o el Gobierno. Insisto en que sea la propia comunidad quien se empodere de su patrimonio. Hoy Río Piedras lo pide a gritos, es tiempo de que la ciudad universitaria abandone las de ser el Patito Feo de San Juan. Mientras muchos intelectuales hacen vida en su entorno, en su alrededor hay un espacio muriéndose que clama por que algún valiente se vista de Quijote. Entonces solo así surgirá una verdadera revolución que pase de la sutileza de los libros a la buena obra de las acciones.
Entre la bayoya y el rifirrafe partidista no hay espacio para detenerse en el letargo de la espera. Río Piedras simboliza a muchos espacios de nuestra Isla que hoy lucen detenidos en el tiempo como si el reloj se hubiera detenido. Al ritmo político que navegamos las cosas no lucen tan positivas para Puerto Rico, aunque no dudo que con un ritmo movido de los ciudadanos el juego sería diferente.