
Como ave de paso y poniendo límites al cóndor que busca justicia así trata el Gobierno Mexicano a los investigadores independientes del caso de los 43. Es sin dudas un asalto a la justicia que merecen. Los investigadores de la CIDH se quieren quedar, pero los muchachos que asesoran en los Pinos están más por procurar un ultranacionalismo justiciero. Tú sabes por eso de ponerse el sombrero de que justicia mexicana puede descubrir las cosas solas. Cuando mucho se han olvidado de este caso, hay que despertar el sentir ético y moral que supone velar por el cumplimiento de la justicia. Hay padres que lo han dado por todo por denunciar el crimen que se ha cometido con unos estudiantes muy particulares. Peña Nieto puede pasar a la historia como un líder que se atrevió a romper con la corrupción y el andamiaje disfuncional que vive la justicia mexicana o simplemente quedara a la historia como otro presidente que vivió la escapada y atrapada del Chapo . Porque reformas van y vienen, lo que se queda en la memoria histórica de los mexicanos es la huella moral de su gestión presidencial. Y mira que sabemos que el tostón de los 43 ha sido un dolor de cabeza para su administración.
Lo increíble es que mucho de los padres de los desaparecidos piden a gritos la permanencia de los investigadores independientes. Algo que muestra la no confiabilidad en el sistema de justicia. Un paso en dirección a un Estado con apariencia disfuncional. En especial cuando muchos han querido pasar por desapercibido sobre la insistencia en que un organismo exterior vengan a esclarecer este crimen.
Lamentablemente para muchos la telenovela de Kate del Castillo y el Chapo se ha ganado más titulares que los 43 estudiantes de Iguala. Lejos de entrar en la hegemonía discursiva del reporteo del escándalo, hay que adentrarse en la inmoralidad que sistemáticamente está entrando en el sistema judicial mexicano. Es más que un escándalo, evoca a un pandemónium social que está hirviendo poco a poco. Cuando el darwinismo social se impone, entonces el aparato del Estado se disloca como una decepción en su rol como justiciero. Encontrados como luchadores, los padres de los desaparecidos han tenido que ir a la OEA, ONU y otros organismos a mantener vivo su compromiso por que se haga justicia.
Si de verdad quiere sacar a investigadores, el Gobierno mexicano debería empezar por tener un sistema de justicia adecuado a los tiempos y que no se enrede en la dislocación de la disfuncionalidad que muchos mexicanos ven frecuentemente. Es muy fácil vestirse de nacionalista para expulsar a los extranjeros, pero donde está el patriotismo para que cada ciudadano sienta algo de respeto y confianza en sus instituciones. Mientras pasa el sexenio de Peña Nieto, aun seguirá esa interrogante que solo se contestara cuando la voluntad del poder corresponda a seguir el bien común. Hoy por hoy, la salida del grupo de la CIDH es un golpe bajo que contrarresta la búsqueda de la verdad de los 43.